Cada 6 de abril se conmemora el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, con el objetivo de concienciar a la población mundial acerca del papel fundamental del deporte en la promoción de los derechos humanos y el desarrollo económico y social de los países. Además, el lema de este año ha sido «El deporte como instrumento para promover sociedades pacíficas e inclusivas». Sin duda alguna, es una invitación a pensar en el significado más profundo del deporte y cómo este impacta en nuestras vidas, especialmente en las de las personas con discapacidad.
Porque para muchas personas, el deporte no es solo una actividad recreativa ni una competición. Es una herramienta de empoderamiento, inclusión, resiliencia y construcción de identidad. Es un derecho humano, una forma de expresión y, muchas veces, una puerta a una vida más libre y plena.
El deporte como derecho, no como vía de exclusión
En la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) de la ONU, se reconoce expresamente el derecho a participar en actividades recreativas, deportivas y culturales en igualdad de condiciones. Sin embargo, la realidad muchas veces dista de ese ideal, aunque cada vez menos.
Las personas con discapacidad enfrentan numerosas barreras: desde la falta de infraestructura accesible hasta la escasa formación especifica en discapacidad e inclusión por parte de escuelas deportivas, entrenadores y profesionales. Pero también están las barreras invisibles: los prejuicios, la subestimación, la mirada asistencialista o el silencio que las deja fuera de la conversación. Y sin embargo, ahí están.
El deporte, una forma de decir: “estoy aquí, y también tengo derecho a participar”
El deporte es mucho más que mover el cuerpo. Es hacer comunidad, es conectar con el otro, es desafiar límites. Para las personas con discapacidad, representa:
- Una vía para fortalecer la autoestima y la autoconfianza.
- Un espacio para el bienestar físico y emocional.
- Un medio para desarrollar autonomía, capacidades sociales y habilidades de liderazgo.
- Un canal para visibilizar talentos que muchas veces pasan desapercibidos.
- Y sobre todo, una forma de decir: “estoy aquí, y también tengo derecho a participar”.
Cuando se practica en contextos inclusivos, el deporte tiene un valor social incalculable: une, educa, rompe estigmas y cambia narrativas. Nos obliga a mirar la diversidad humana con otros ojos.
Un reconocimiento real
Es común que se utilicen historias de deportistas con discapacidad como ejemplos de “superación”, a veces desde un enfoque sensacionalista o emocional que minimiza la lucha estructural por el acceso, la visibilidad y la igualdad de oportunidades.
Pero el deporte no debe ser visto como un “logro a pesar de la discapacidad”, sino como una expresión de aptitud, voluntad y derechos ejercidos en condiciones muchas veces desiguales.
Tratar a estos atletas, de igual a igual, no por un acto de caridad ni de admiración vacía, sino por un compromiso con una sociedad más justa, accesible e inclusiva.
El desafío: repensar nuestros espacios
¿Cómo están pensados nuestros clubes, polideportivos, gimnasios, escuelas y eventos deportivos? ¿Cuántas veces pensamos si las actividades que promovemos son inclusivas? ¿Quiénes quedan afuera por omisión o por falta de accesibilidad?
La inclusión no es solo adaptar un espacio físico. Es cambiar mentalidades, capacitar profesionales, abrir la participación, comunicar con respeto y escuchar a todas las personas. En este camino hacia un deporte más justo e inclusivo, la labor de entidades como FESA (Federación de Deportes Adaptados de la Comunidad Valenciana) y FEDI CV (Federación de Deportes para Personas con Discapacidad Intelectual de la Comunidad Valenciana) es fundamental. Ambas forman parte activa de CERMI CV (Comité de Entidades Representantes de Personas con Discapacidad de la Comunidad Valenciana), y trabajan día a día para garantizar el acceso de todas las personas al deporte, sin importar su tipo de discapacidad. Desde la organización de competiciones hasta el acompañamiento a deportistas y el desarrollo de escuelas y programas como HospiEsport y EsportEscola. Su compromiso con la igualdad de oportunidades es una pieza clave para que el derecho al deporte sea una realidad en nuestra región.