Luis Vaño – presidente de CERMI CV
Hoy, 29 de octubre, se cumple un año. Un año desde que el cielo se rompió sobre Valencia y nuestras vidas quedaron suspendidas en el tiempo, marcadas por el agua y el barro. Hoy no es un día para la estadística; es un día para el silencio, para el recuerdo y para el abrazo colectivo.
Como presidente del CERMI en la Comunitat Valenciana, el Comité que representa a las personas con discapacidad y sus familias, este aniversario golpea con una fuerza particular. La DANA no distinguió entre barrios, pero sí expuso nuestras vulnerabilidades más profundas.
Recordamos, con un nudo en la garganta, a todas y cada una de las personas que nos fueron arrebatadas. Familias, vecinos, amigos. El dolor de su ausencia sigue siendo inmenso, una cicatriz que la Comunitat llevará siempre.
Y en este recuerdo, nuestro corazón se detiene especialmente en las personas con discapacidad que perdieron la vida.
Hoy, quiero honrar sus nombres. Ellos y ellas no solo fueron víctimas de una inundación; fueron víctimas de un entorno que, en el momento más crítico, no fue accesible, no fue justo. La tragedia nos recordó de la forma más cruel que la falta de un aviso adaptado, la imposibilidad de una evacuación accesible o la dependencia de apoyos que el agua interrumpió, no son cuestiones técnicas: son cuestiones de vida o muerte. Su memoria no es solo un duelo, es un mandato.
Pero si la DANA trajo la peor de las oscuridades, también iluminó la mejor versión de nosotros mismos.
Quiero dedicar este primer aniversario a la respuesta titánica, inmediata y llena de humanidad de nuestras entidades de la discapacidad. En los días posteriores, cuando el barro aún lo cubría todo y la desesperanza amenazaba con instalarse, vi a nuestras organizaciones –las que trabajan por el autismo, por la parálisis cerebral, por la discapacidad física, intelectual y sensorial– convertirse en refugios.
Vi a voluntarios, profesionales y familias, que quizás lo habían perdido todo, ponerse a disposición de los demás. Abrieron sus centros, gestionaron ayudas de emergencia, localizaron a sus usuarios más vulnerables y ofrecieron un apoyo psicológico que solo quien comparte una misma realidad sabe dar. Fueron diques de solidaridad en mitad del caos.
A todas ellas, a cada persona que se puso al servicio de los demás sin pedir nada a cambio: gracias.
Sois el orgullo de este sector.
Un año después, el barro se ha secado, pero la memoria no.
El recuerdo de las víctimas nos obliga a exigir, a construir y a vigilar.
Nos obliga a asegurar que las lecciones aprendidas se traduzcan en planes de emergencia verdaderamente inclusivos.
No podemos permitir que, en el futuro, una persona con movilidad reducida quede atrapada en un piso alto. No podemos aceptar que una persona sorda no reciba una alerta de emergencia en un formato que pueda comprender, etc. etc… No podemos volver a fallarles.
Hoy, la Comunitat Valenciana guarda luto.
Desde el CERMI CV, enviamos nuestro abrazo más profundo a todas las familias rotas por esta tragedia.
Vuestro dolor es nuestro dolor.
Que su recuerdo nos dé la fuerza para construir una sociedad donde la vulnerabilidad nunca más sea una sentencia.
Descansen en paz.
No os olvidamos.



